#3 Soy inmenso, contengo multitudes
Un libro, una obra de teatro y dos películas sobre la identidad.
¡Hola! qué bueno que hayas abierto este mail 🐢
Espero que andes super bien. Por mi parte, con la llegada del calor y los días lindos, me cuesta sentarme a escribir No diré a cuánto del envío del domingo a las 19 me senté a redactar esta entrega. Pero aquí estamos.
¿Qué me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso…
y contengo multitudes.)
Arranco con este poema del escritor estadounidense Walt Whitman. Es el Canto a mí mismo, incluido en el libro Hojas de hierba de 1860.
Estas últimas dos semanas les presté atención a producciones culturales que juegan con la idea de la identidad y cuántas personas podríamos ser. Pienso en algo que dijo una amiga de Alex cuando salimos de ver Silvia Prieto de Martín Rejtman en el Gaumont. “Me gusta que en la película la identidad pasa de una a otra persona. ¿Cuántas vidas se puede tener?”, comentó (o algo así).
Por eso en esta entrega me gustaría hablar de una película, un libro y una obra de teatro donde la identidad (no tanto la personalidad) fluye: Las Realidades de Madame Realismo, Miguel Ángel y Hit Man.

Las realidades de Madame Realismo de Lynne Tillman es un libro que me compré en la última Feria de Editores (FED) de Buenos Aires. Lo tenía en la cabeza desde la FED del 2023. Me acuerdo que me puse a charlar con el librero de Ripio sobre el catálogo y -no-sé-cómo surgió el discurso amoroso del semiólogo Roland Barthes. A él se le iluminó la cara y aprovechó a recomendarme el libro. Me enganchó, pero no lo pude comprar. Por aquel momento, yo no tenía trabajo formal, ganaba a duras penas por dar clases de Lengua y me había mudado hace muy poco.
Madame Realismo es un tipo de texto que me divierte mucho: un híbrido. Se mueve entre la narrativa, el ensayo y la crítica de arte. La protagonista recorre galerías de Nueva York e instalaciones artísticas y museos de todas partes del mundo. Va a fiestas con amigos y se escapa seguido de la ciudad. Pero también es una mujer que disfruta de ver películas y telenovelas.
Conoce la casa de Freud en Londres y piensa en Marilyn Monroe. En otro capítulo va a una muestra de la corona inglesa y compara a todos los personajes con los de la soap opera Dinastía. A su vez, en cada uno de sus textos escucha los comentarios de los visitantes y los juzga o incorpora dentro de sus reflexiones.
Por momentos el personaje se pregunta qué tan real es. “A veces Madame Realismo sentía que no existía. Tal vez fuera cosa de su imaginación y apagó el cigarrillo por si acaso”, escribe. Incluso hay una escena kafkiana donde se despierta convertida en un catálogo de arte.
“MADAME REALISMO RESULTÓ UN FRAUDE”, escribió en su libreta. Una mera cuestión de supervivencia.
La protagonista es un alter ego de la misma autora, que tiene una carrera prolífica en la crítica cultural de los años 70´y 80´. Cuando Tillman empezó a publicar sus notas, fue atacada por los miembros de la revista de arte contemporáneo Art in America. La tildaron de ser poco profesional. ″No olvidar escribir sobre la vez que entré a un baño y resultó ser una obra de arte”, escribe su invención al principio de la novela.
En la segunda parte del libro, está el motivo por el que el vendedor de Ripio me recomendó Las Realidades de Madame Realismo: Paige Turner, un personaje literario producto de la mente de Madame Realismo. En lo que queda del texto se dedica a desmembrar la frase “Yo te amo” y vincularla con fragmentos de canciones pop. Admito que todavía no llegué a esa parte, después te cuento.
Miguel Ángel y Hit Man las vi la misma noche. Miguel Ángel es una obra de teatro protagonizada por la actriz mexicana Lucía Uribe, que se pone en la piel de un pibe de 15 años encerrado en su habitación de Ciudad de México. El unipersonal es cortito y está los viernes de septiembre y octubre en el Centro Cultual Morán de Agronomía.
La obra toca temas de la masculinidad y sus mandatos actuales pero con un registro cómico. Miguel Ángel quiere ganar un concurso de fotografía con un nude de su pene en la playa. “Es que no entienden, es artística la foto. Aparece un gaviota que podría haberse posado sobre mi miembro después de haber sacado la foto”, dice desesperado por teléfono. El motivo detrás es salir con la chica que le gusta y ser cool y popular.
Cuando salí de la sala, vi a la actriz. Lucia tiene el pelo cortito y negro, iba maquillada y vestida de verde. Había quedado arriba del escenario ese adolescente de visera y remerón que se subía a su cama para jugar a ser un trapero exitoso.
Esa misma noche en el Morán estuvo la charla sobre Fotoperiodismo del fotógrafo cubano Kaloian Santos Cabrera. Es el autor de esta serie de dípticos fotográficos que invitan a la audiencia a posicionarse políticamente.
En mi casa no me podía dormir y terminé viendo Hit Man (2023) de Richard Linklater. Me llamaba la atención la película por dos motivos: que sea un policial del mismo director de la trilogía Before y por otro lado, Glen Powell, su protagonista. Una parte de la crítica cinematográfica lo tiene como “el nuevo Tom Cruise” porque se mueve entre la comedia romántica y la acción.
El actor se pone en la piel de un tímido profesor de Filosofía y Psicología que tiene un trabajo part time ayudando a la policía a atrapar criminales. Para hacerlo, se hace pasar por un sicario. Acá él entrelaza sus estudios sobre el yo, el ego y el ello freudiano y para cada persona que quiere contratarlo, piensa en cuál puede ser su asesino ideal. Todo marchaba bien, hasta que se enamora de una posible cliente.

A través de las clases que imparte a sus alumnos, el protagonista explica qué es la identidad y si es posible cambiarla. Mientras tanto, a medida que pasa más tiempo con su nueva novia, él va adquiriendo la confianza y el atractivo del sicario que interpretó para ella.
La química entre los personajes y la idea de lograr cambiar quiénes somos por un otrx me hizo acordar a otra película que vi hace poco: Meet John Doe. Es un film de 1941, dirigido por Frank Capra, el mismo que estuvo detrás de It's a Wonderful Life!.
Trata sobre Ann Mitchell una periodista de una redacción que, tras ser despedida, escribe una noticia falsa sobre un hombre, llamado John Doe (Don Nadie en español), que quiere suicidarse por no conseguir trabajo. Su nota genera revuelo en la sociedad y desde el medio de comunicación terminan contratando a un indigente para que se haga pasar por John Doe.
Ann se encarga de escribir para el diario la columna de John y también los discursos, pronunciados por su versión de carne y hueso. Hay un giro en sus textos que al mismo tiempo hacen al giro de la película. Ann encuentra el diario íntimo de su papá, un médico benevolente que murió hace años, e incorpora a los discursos de John Doe sus reflexiones humanistas y comunitarias. Sus palabras conmueven a la clase obrera y trabajadora de Estados Unidos y lo convierten en un líder político.
Como Gary, Long John Willoughby empieza a cambiar (y para bien) en pos del personaje creado por Ann. Se enamora de ella y empieza a incorporar en sí comportamientos de su “hombre ideal”. Esta flexión se ve reflejada en los sueños de Long John, donde se vuelve el padre bonachón de Ann.
Vi la película en uno de los ciclos de cine de Fernando Martín Peña en el museo MALBA. Les dejo la cartelera de la programación actual.
Anoche fui a ver The Substance y todo lo que escribí en esta entrega se hizo explícito. Dirigida por Coralie Fargeat, la película juega con el gore y el terror corporal -bien a lo David Cronenberg- para contar la historia de una mujer que quiere volver a ser joven. Sus protagonistas son Demi Moore y Margaret Qualley.
No quiero spoilear nada porque se estrenó hace poco en cines. Lo único que voy a decir es que es una reversión feminista de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde y que a Walt Whitman le encantaría el final.
Eso es todo para la tercera entrega. Gracias por leer.
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¡Nos vemos en dos semanas! 🐢
Me encantó!!!
Decir que La Sustancia es una reversión feminista de Dr. Jekyll y Mr. Hyde lo encontré genial! Buen post <3