#2 El detrás de escena
Cuatro documentales sobre figuras ocultas de la cultura y una invitación a bailar.
¡Hola! Qué bueno que hayas abierto este email.
Quería decirte gracias por haberte suscrito a La tortuga. Por mi parte estoy bastante emocionada por la buena recepción que tuvo la primera entrega. Si bien con abrir este mail Substack me posiciona mejor como creadora de contenido, me gustaría que me cuentes si te gustó o no este nueva entrega con un comentario por acá o en mis redes sociales. Se admite de todo.
Voy a arrancar este newsletter con un pecado del ego: el autobombo. Hace unas semanas escribí una nota para Clarín sobre Fuck you! El último show, un documental de José Luis García que retrata el último concierto de Sumo en Estadios Obras. Fue en octubre de 1987, dos meses antes de la muerte de su showman, Luca Prodan, por una hemorragia interna producto de la cirrosis.
El dato más curioso es cuánto tiempo estuvo todo el archivo encajonado: 37 años. Salió a la luz en el BAFICI de este año y su distribución es exclusivamente para centros culturales y otros espacios vecinales, por fuera del circuito comercial.
A raíz de la película estuve pensando mucho en el concepto de “pegarla”, pero no desde la hegemonía cultural (o sea, ganar un Gran Hermano o hacerse viral en las redes) sino desde el under y la contracultura. También pensé en otros documentales sobre figuras u obreros de la industria cultural ocultos por rincones de Buenos Aires y se me vinieron a la cabeza tres documentales en específico: Estudio Luisita (2018), La peli de Batato (2011) y el corto Montzalbo: Azul Traful (2021)
Al último concierto de Sumo asistieron 5 mil personas. Pienso en Divididos, la banda heredera de Sumo junto con Las Pelotas, que en mayo de 2023 llenó un Estadio Vélez con 40 mil personas. Dudo que a Sumo le haya interesado el número de fans en el estadio, lo que no significa que a sus miembros no les interesan sus seguidores. García dijo en varias entrevistas y al comienzo del documental que fue Luca el que le pidió a él y a Rodrigo Espina que filmaran el concierto como una memoria para los fans porque sabía que “no llegaba a fin de año”.
En el film se respira el espíritu “punk” de la banda. Según lo que le dijo el director a mi novio después de una función de la película en el Abasto, esto fue intencional. No hay nada glamoroso en el detrás de escena del Obras: los músicos ensayan, toman gaseosas en una mesa larga, fuman cigarrillos, reciben masajes, cantan con un jovencísimo Andrés Calamaro.
También hay una escena buenísima y profética de Ricardo Mollo -líder de Divididos- cantando “Estallando desde el océano” ante la admiración y el respeto de sus compañeros.
De yapa: en este link les comparto un tweet con el mapa del under en el 2005. Me gustan varias cosas de esto: la arquitectura, los colores para dividir las distintas categorías y que algunos artistas -como Miranda, Babasónicos y Coiffeur- ya salieron de los círculos.
Luca, por su parte, le da besos a una de las coristas, recibe a su amigo Timmy -que lo recibió en Córdoba cuando escapó de Europa- y le da una entrevista a un medio de televisión o una radio. Menciona el under, la música popular y reivindica el hecho de seguir siendo una persona normal, no una estrella. Esto también tiene su correlato con su llegada al estadio en un colectivo de la línea 29, desde San Telmo hasta Núñez, acompañado por un joven José Luis García y su camarita.

Durante el concierto cita a Borges, canta una balada inglesa con Calamaro y proclama “acá somos todos putos” en una especie de celebración humanista y comunitaria. En la entrevista que me dio el director menciona la dualidad del cantante y compositor, entre la dulzura y el ser “una bestia del rock”.
Si quieren saber más sobre la vida y los dichos de Luca, les comparto este perfil escrito por Daniel Centeno, periodista y editor venezolano.
Uno de los ecosistemas de Luca era el Parakultural, centro artístico de los años 80´. Ubicado en San Telmo, fue cuna de la movida underground durante la primavera de la democracia. Una de sus estrellas nativas era Walter “Batato” Barea, autodefinido como un payaso travesti que realizaba performances y shows poéticos. Falleció muy joven, a los 30 años de edad, pero dejó tras de sí un legado importante en cómo desafiar al status quo desde arriba del escenario.
La peli de Batato, dirigida por Goyo Anchou y Peter Pank, relata de manera coral y con videometrajes originales la vida del artista. Su historia la cuentan desde sus padres, vecinos de Junín provincia de Buenos Aires, hasta sus compañeros en el Parakultural y sus amigos, como Ronnie Arias, Cecilia Roth, Alejandro Urdapilleta y Umberto Tortonese.
Hay una búsqueda en el film por entrelazar la biografía del clown con la biografía del Parakultural, que al mismo tiempo era una caja de resonancia de lo que estaba pasando a nivel país. “En los espacios había gente que estéticamente no tenía nada que ver con Batato”, recuerda la actriz Alejandra Fletcher del grupo teatral Las gambas al ajillo. Otra de sus integrante, María José Gabin, añade: “Era todos juntos, todos separados, todos mezclados, amontonados y a la vez individuos”.
Si bien con el pasar de los tiempos Batato fue ganándose su propio público, al principio sus presentaciones llegaron a ser rechazadas por sus propios pares. En una de las escenas de la película, el artista, desde su habitación con la pared llena de fotografías con amigos y desnudos, destaca que lo importante es la expresión propia.
“Yo hago lo que siento y puede no estar enmarcado ni en el teatro, ni en el varieté. Puede ser algo raro porque nadie lo hace. Si lo hiciera en lo de Mirtha Legrand, sería común y todos lo entenderían. Pero yo quiero crear otro código”.
Hay una anécdota muy linda que cuenta su amiga, Helena Tritek que recupera cómo funcionaba la creatividad del actor: “Íbamos al Once cuando cerraban los negocios. Abría los containers y un día se puso a juntar perchas. A la semana hizo en el Rojas un texto de Pizarnik que dice “los perros comen huesos” y él estaba lleno de perchas”.
La peli de Batato la podés encontrar en la plataforma CineAr o en Youtube.
Otro documental que fogonea a la nostalgia porteña es Estudio Luisita. Se trata de una película de 2018 sobre la fotógrafa colombiana y radicada en Buenos Aires, Luisa Escarria. La filmación transcurre en el departamento que la mujer comparte con sus hermanas Chela y Graciela en plena Avenida Corrientes, a cuadras del mítico Teatro Maipo.
Entre animalitos de porcelana, plantas y varias reuniones de té con amigas, se cuenta la historia de esta casa-estudio fotográfico donde se guardó por 40 años más de 25.000 negativos inéditos de la cultura popular argentina.
Durante su juventud en los años 60´, Luisita, quien falleció en 2021, fue una de las fotógrafas favoritas de Tita Merello, la vedette cubana Amelita Vargas, las hermanas Pons, Olmedo, Atahualpa Yupanqui y también mostras de la tevé como Susana Gimenez y Moria Casan. Como dato curioso, fue ella la responsable de las primeras fotografías de Moría antes de su estrellato en el teatro varieté.
Con su timidez y humildad, Luisita conquista a la audiencia y también a Sol Miraglia, directora del film y curadora de su colección oculta. “La gente se acomodaba naturalmente frente a ella, no posaban”, destaca una de las hermanas Escarría. “Su obra es igual de tímida que ella”, añade.
A su vez la película indaga en las dificultades por las que atravesó la artista debido a ser una mujer migrante. Dolida, recuerda que por años el mundo del espectáculo no quería retratarla durante las entregas de premios.
“Yo tomaba fotos para sobrevivir, para comer”, confiesa Luisita.
Una de mis escenas favoritas es un paseo nocturno de las hermanas Escarria por la Avenida Corrientes. Allí viajan en el tiempo hacia los 70`, época en que el estudio funcionaba antes de su declive a finales del siglo XX. Para reflejar esa vuelta, reaparecen marquesinas de las grandes revistas y varietés porteñas.
Estudio Luisita también la pueden encontrar en la plataforma nacional y gratuita, Cine Ar.
Cierro este segmento con un corto de 2022 dirigido por Santiago Vitale y llamado Montzalbo: Azul Traful. Lo vi en el festival Cortos Corte de Buenos Aires. En cada edición proyectan films independientes que no duran más de media hora.
En 16 minutos la cámara sigue a Martín Grandval, un artista plástico y visual que tiene como lienzo a la Ciudad de Buenos Aires. A partir de la basura que encuentra en la calle, más que nada cartón, pinta una figura de color azul y la deja cerca de un conteiner.
No solo las calles son su taller de arte, todo el departamento donde vive tiene sus pinceladas. Sus paredes, los libros, la cocina, el piso, muebles y veladores son una extensión de su obra. “Ser artista es estar enganchado con un misterio al cual yo me someto. No quiero ni pretendo saberlo todo”, expresa hacia el final del corto.
Lejos de encerrarse en una cúpula de exclusividad, Martín es un personaje simpático y tierno. En algunas escenas se lo ve compartiendo su hábitat con los cartoneros, a quienes ya reconoce y ve como pares.
En este link pueden ver el documental completo.
🎉Qué fantástica, fantástica esta fiesta🎉
Hablando de contracultura, los amigos de la revista literaria Gambito de Papel van a celebrar sus 10 años de vida en el centro cultural La Paz Arriba (Callao y Avenida Santa Fé) con un festival de poesía, jazz y por la noche una bailanta 80´y 90´. Será el sábado 14 a partir de las 18 hs.
Gambito también tiene su propio “ñusletter” semanal donde hacen difusión de poésía, ensayos y artes visuales.
Y si tenés ganas de leer y escribir un rato📚
Ornella Puccio, docente, poeta, mi mejor amiga y mi roomate, tiene un taller de escritura y literatura donde invita a reflexionar sobre la guerra con textos de Malala Yousafzai, Ghandi y Lucio V Mansilla. La próxima cita va a ser el jueves 26 de septiembre en el barrio de La Paternal. Va a trabajar con la obra del escritor israelí Ilan Pappe para abordar el conflicto con Palestina.
Recomiendo la propuesta de Orne porque invita a los participantes a distenderse por un rato y sus consignas son divertidas. ¡Ah! y se hace a la gorra una vez por mes.
Si te querés anotarte, escribile por acá.
Eso es todo para la segunda entrega. Gracias por leer.
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¡Nos vemos en dos semanas! 🐢